SEÑOR, NECESITO TU AYUDA                                                                                     

Renee Swope

"Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos". Salmos 18:6 (NTV)

Lectura:

No sé exactamente cuándo comenzó, solo recuerdo sentirme enfadada y descontenta con mi esposo, casi todos los días, durante varias semanas.

Una noche, después de una "discusión" intensa, mi esposo, J.J., me dijo que no importaba cuanto él hiciera ni cuanto lo intentara, nunca era suficiente. Él tenía razón. Constantemente le encontraba culpable como esposo y como padre.

Pero el hecho de que él insinuara que yo era imposible de complacer... bueno, eso encendió mis emociones que ya eran irracionales. Tomé mi abrigo y me fui furiosa. Tibias lágrimas rodaban por mis mejillas mientras volvía a repetir la conversación en mi mente.

Resuelta a tratar de descubrir su problema y pedirle a Jesús que lo arreglara, comencé a contarle todo acerca de J.J. a Dios.

Mientras presentaba mis quejas acerca de mi esposo, finalmente me escuché a mí misma. Todo lo feo que había en mi corazón. Toda la ira que escupía de mi boca.

Fue allí que me di cuenta de que YO necesitaba ayuda.

Necesitaba que Dios me mostrara lo que sucedía para que me ayudara a descubrir cómo, después de siete años de matrimonio feliz, habíamos llegado a un punto tan bajo.

En lugar de simplemente llorar, me di cuenta de que estaba implorándole a Dios que me ayudara.

El rey David era mucho mejor que yo en este sentido. Él tenía el hábito de acudir a Dios e implorarle cada vez que estaba preocupado. El comentario bíblico de Barnes en una traducción al inglés nos dice que en la frase en mi angustia de Salmos 18:6  se refiere, muy posiblemente, no a un caso en particular, sino que indica [que David tenía] un hábito mental al que acudía cada vez que estaba angustiado o en peligro y que consistía en clamar al Señor, y que él siempre estaba dispuesto a responderle.

Aquella noche, cuando dejé de hablar y comencé a escuchar, sentí que Dios me decía que yo quería que J.J. fuera lo que mi padre nunca había sido para mí como padre ni como esposo para mi madre.

Los años de niñez en un hogar destrozado con un corazón destruido me llevaron a una sensación de mucha pérdida y profunda desilusión. Sin embargo, nunca lamenté la felicidad que añoraba y no tenía.

Las esperanzas que nunca se cumplieron se convirtieron en amargas expectativas.

Tratando de crear mi propia "felicidad", me torné controladora y crítica. Pensaba que si podía lograr que J.J. fuera el esposo y padre que yo deseaba que fuera, quizá mis sueños sin cumplir podrían lograrse.

Pero estaba equivocada. En lugar de esperar que mi esposo compensara mis pérdidas, necesitaba clamar a Dios con mis desilusiones y pedirle que me ayudara.

¿Hay desilusiones que te tiene como rehén? ¿Expectativas que nunca nadie pudo cumplir? ¿Has estado tratando de arreglar a alguien o alguna situación? ¿Necesitas ayuda hoy?

Yo sé que la necesito, y Dios está disponible.

Aguardando nuestro clamor. No solo una sola vez, con la esperanza de una respuesta inmediata. Sino el tipo de dependencia que vemos en el rey David, necesitamos la ayuda de Dios con regularidad.

A medida que procesé lo que había sucedido en mi infancia y cómo eso había afectado mi  matrimonio, aprendí a pedirle a Dios que me ayudara a cada paso de mi camino hacia la sanidad.

Le pedí que me ayudara a encontrar la seguridad que necesitaba dejándole ser el padre que yo añoraba. Le pedí que me ayudara a lamentar la pérdida de las cosas que yo deseaba de mi padre y que nunca se convertirían en realidad. Le pedí que me ayudara a perdonar a mi padre y a liberarme de sentimientos de furia, abandono y dolor. Le pedí que me ayudara a liberarme de mis expectativas irreales respecto a mi esposo y de mi lucha por la "felicidad".

Fue un proceso que llevó tiempo, oración, y valentía, pero Dios fue mi Ayuda siempre presente que me mostró cómo abandonar mi pasado y mi dolor, y así apoderarme de la esperanza y la sanidad.

De hecho, ahora amo a mi esposo con locura. Y tan agradecida por el día en que finalmente le pedí ayuda a Dios.

Amado Señor, clamo a ti hoy. Necesito tu ayuda con _______________. Por favor, muéstrame dónde comenzar y sé mi Ayuda a cada paso. En el nombre de Jesús, amén.

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                                                                                                                                                                     Reflexionar y responder:
¿Hay desilusiones que te tiene como rehén? ¿Expectativas que nunca nadie pudo cumplir? ¿Has estado tratando de “arreglar” a alguien o alguna situación?

En tu angustia, clama al Señor. Ruégale a Dios que te ayude.

Versículo poderoso:
Salmo 46:1, “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad.” (NTV)

© 2013 de Renee Swope. Todos los derechos están reservados.