Con Diseño Divino

 

El Dios de las pequeñas cosas

De la Palabra de Dios:“Amo al Señor porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia” (Salmos 116:1, NTV).

El 11 de septiembre de 2001 cambió muchas cosas en los Estados Unidos, y entre ellas, los chequeos de seguridad en los aeropuertos. Lo que antes era sencillo y rutinario, ahora es más complicado y hasta impredecible pues varía de un lugar a otro.

Hace poco tuve que tomar un vuelo doméstico. Me puse en la fila para el consabido chequeo de seguridad y rápidamente observé que ese día estaban usando la nueva tecnología de rayos X. Reconozco que es necesario extremar precauciones pero confieso que me resulta embarazoso entrar en ese artefacto, alzar las manos y que empiecen a hacer todo el procedimiento….frente al gran número de pasajeros observadores. Así que me puse a orar y a pedirle a Dios que no me tocara a mí. Estaban haciéndolo intercaladamente.

La fila avanzó y cuando llegó mi turno la oficial, con su cara nada sonriente por cierto, me indicó que pasara al chequeo. Salí de la fila en que estaba para esperar su señal y entrar al equipo de los rayos X. Por un momento pensé que el Señor había decidido no tener en cuenta mi petición, tan ínfima en comparación con las tantas otras que debían estar llegando a su trono en ese momento y que de seguro requerían atención más urgente. Cuál fue mi sorpresa cuando, estando ya dentro del equipo, la oficial recibe una llamada por el intercomunicador y me dice que salga a la fila regular, no iban a chequear a más nadie en ese punto del aeropuerto por el momento. ¡Me imagino al Señor mirando desde el cielo, con una sonrisa!

Bien, hice mi viaje y cuando venía de regreso, facturé mi equipaje y me fui al chequeo de seguridad. Y… ¡adivinaste! Otra vez la fila para el mismo procedimiento que en el vuelo anterior pero con un bastón. Aquí también estaban alternando y por la manera en que lo hacían, a mí me tocaría de nuevo. Volví a hacer mi oración pidiéndole al Señor que si era posible, me evitara pasar por ese momento. ¡Ni quería mirar casi al oficial que estaba dirigiendo el proceso para ver si “me ignoraba”! Bueno, no sé si él mi ignoró o no, lo que si sé es que otra vez mi petición fue escuchada por Dios y no tuve que alzar las manos ni que me reconocieran con el bastón.

¿Cuál es la razón por la que te cuento todo esto? Nuestro Dios es un Dios grande, de milagros portentosos y poder ilimitado, pero también es el Dios de las pequeñas cosas. Es el Dios que atiende a nuestra voz en medio de la multitud de un aeropuerto y como un padre cariñoso nos atiende. Yo sé que no todas y cada una de mis peticiones van a recibir un sí, porque de lo contrario me convertiría en una niña malcriada y vería a Dios como el genio de una lámpara que tiene que actuar a mi antojo. Créeme que ya probé esa estrategia y no funciona. O tal vez no recibirán el sí porque Dios sabe que un “no” o un “todavía no” serán lo mejor para mi vida en ese caso. Pero sé que tengo un Dios que me escucha aún en las pequeñas cosas, en la rutina del diario, cuando estoy cansada y todavía me quedan horas para ir a dormir, cuando el tráfico está congestionado y necesito llegar temprano a un lugar, cuando el estacionamiento está lleno y de pronto queda un espacio vacío justo frente a mí, cuando la ropa se mancha de crayolas…

Me gusta saber que mi Dios es así, que escucha todas las peticiones, sean grandes o pequeñas. Él te dice: “Clama a mí y te responderé” (Jeremías 33:3) sin ponerle condiciones a tu petición. Si no lo has hecho ya, te invito, incluye a Dios en tus pequeñas cosas, verás la diferencia.

Vive así, porque su diseño divino es perfecto.

Wendy         

Si quieres aprender más sobre el diseño divino para tu vida, te invito a visitar:  www.wendybello.com

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