Con Diseño Divino

Title: Cuando soy débil

De la Palabra de Dios: «Cada vez él me dijo: ‘Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad’» (2 Corintios 12:9, NTV).

Es un hecho. Nunca seremos madres perfectas. Y todo aquello que cuando éramos más jóvenes o niñas vimos en nuestros propios padres y pensamos que no haríamos… ¡un día nos sorprendemos haciendo justamente lo mismo!

Me demoré varios años para tomar la decisión de ser madre. Por una única razón: me daba un miedo horrible. ¡Todavía me asusta!

No soy por naturaleza alguien que pueda enseñar una clase de niños preescolares. No me lo tomes a mal, simplemente no es el don que Dios me dio. Pero amo a mis hijos. Sin embargo, es en este campo de mi vida donde más lucho. ¿Y sabes? He descubierto en parte por qué: no tengo control. Así es. Puedo decirles que recojan las medias, que guarden los juguetes, que se coman la comida… pero no puedo controlar sus mentes ni sus corazones. Y aunque no se supone que hagamos eso con nadie, en el caso de los hijos se vuelve un desafío porque quisiéramos poder hacerlo, para borrar de allí nuestros errores, para evitar que ellos cometan los mismos que nosotras hoy lamentamos, para quitarles las dudas, para sanar sus heridas, para cambiar las actitudes que en realidad nos recuerdan a alguien… ¡nosotras mismas!

¡Un imposible!

Mi poder se perfecciona en tu debilidad.

Un pensamiento contrario a todo lo que el mundo nos ofrece. El mundo detesta la debilidad, la condena. Dios aprovecha la debilidad, la usa, la convierte en grandeza.

Estamos en verano. ¡Tres meses! Tres meses en los que mi debilidad tendrá muchas oportunidades de lucirse y aplastarme. Tres meses en los que Dios puede perfeccionar su poder mientras lucho con montones de ropa sucia, juguetes por los rincones, interminables preguntas: «¿Qué vamos a hacer hoy? ¿Ya es hora de almorzar? ¿Cuándo llega papi? ¿Terminaste el trabajo para poder salir?»  Tres meses para vivir a cada momento con su nombre  en mis labios: JESÚS, ayúdame.

Sé que unos días serán mejores que otros.  Pero luego de varios veranos he aprendido esto, vivir un día a la vez. Terminar un proyecto y después pasar al otro. Si no podemos hacer todas las actividades que pensaba en un mismo día, el mundo no se va a acabar. Puedo hacer pausas para respirar. Puedo dejar de comparar mi verano con el de otra mamá que tiene todo planificado de la A la Z porque su realidad es diferente a la mía. Puedo pedirle a Dios que alargue los días y me ayude a manejar mi tiempo (¡eso de veras funciona!) Puedo entender que cuando soy débil, entonces soy fuerte…en Él.

Quizá no es verano para ti, pero quiero recordarte esa verdad. No somos perfectas. Tenemos defectos. Somos débiles. Pero Dios…. ¡Dios usa lo imperfecto, Dios hace milagros con los débiles! Dios puede convertir tres meses de un intenso verano en una estación de victorias y lecciones de gracia para la mujer, la mamá,  que pone sus debilidades como una ofrenda a los pies de la cruz.

¡Qué hermoso es el diseño de Dios!

Wendy

Para aprender más sobre el diseño divino de Dios, te invito a visitarme en wendybello.com

© 2015 Wendy Bello

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