Con Diseño Divino

Alza tus ojos

De la Palabra de Dios: “Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos. Día tras día no cesan de hablar; noche tras noche lo dan a conocer” (Salmos 19:1-2, NTV).

¿Alguna vez te has detenido a mirar el cielo? Pudiera parecer una pregunta tonta pero en la sociedad que vivimos, al menos en Norteamérica, muy pocas veces nos detenemos a contemplarlo. Y cuando sí lo hacemos, poco se ve porque las luces de la ciudad nos impiden ver las estrellas.

Cuando mi esposo y yo éramos recién casados y vivíamos en otro país, a veces subíamos a la azotea de la casa a mirar las estrellas. Sí, era romántico, pero también era una experiencia de adoración. Observar juntos la maravilla del firmamento lleno de estrellas, unas aisladas, otras agrupadas. A él le gustaba mostrarme las constelaciones y explicarme las formas y los nombres de estas.

Nuestra casa de ahora, aunque en una ciudad muy grande, está en un área menos poblada y una noche mientras caminaba por el vecindario alcé los ojos  para mirar al cielo y me di cuenta de que hacía días que no lo hacía. Una vez más me dejó maravillada.

Me gusta cuando me levanto en las mañanas abrir la ventana de la cocina, dejar que entre la luz del sol y ver la franja de cielo azul que Dios me regala. Siempre he dicho que entre las cosas de la naturaleza que más admiro están el cielo y el mar. Ambos me recuerdan qué pequeños somos y qué grande es el Dios que tenemos que creó toda esta belleza.

¿Te ha pasado como a mí? En el ajetreo de la vida, ¿hace días que no alzas la mirada al cielo y te dejas envolver por la magnificencia de la creación?

Dios nos ha regalado este mundo en que vivimos.  El aire que respiramos, la luz, el calor, las flores, el agua. Todo tiene el sello del Creador, lo hizo para nosotros. ¡Que no se nos vuelva tan común que  dejemos de admirarlo y olvidemos darle gracias!

Me despido con otro pasaje de los Salmos: “Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad. Su fiel amor perdura para siempre” (Salmos 136:5, NTV).

La vida que Dios diseñó es una vida de agradecimiento,

Wendy

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