Con Diseño Divino

¿Qué voz estás escuchando?

De la Palabra de Dios:“Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias. ¡Oh Israel, si tan solo me escucharas!” (Salmos 81:8, NTV)

Es interesante cómo nosotros los seres humanos podemos en un momento tener una determinada actitud y en breve cambiar y reflejar todo lo contrario. En muchas ocasiones esto sucede porque dejamos de escuchar una voz y comenzamos a prestar atención a otra.

Justo ayer pensaba en eso mientras leía un pasaje de la Biblia. Este personaje, aunque no figura en el salón de la fama por sus buenas acciones, sí tiene mucho que enseñarnos. Te hablo de Saúl. Y voy a compartir contigo un par de pasajes para que entiendas a qué me refiero.

Primero, un poco de contexto. Saúl recién había sido escogido por Dios como rey de Israel y Samuel lo proclama delante de todo el pueblo.

“Luego Samuel dijo a todo el pueblo: ‘Este es el hombre que el Señor ha escogido como su rey. ¡No hay nadie como él en todo Israel!’.

Y todo el pueblo gritó: ‘¡Viva el rey!’.

Después, Samuel le explicó al pueblo cuales eran los derechos y las obligaciones de un rey. Los escribió en un rollo y lo puso delante del Señor. Luego Samuel envió al pueblo a sus casas.

Cuando Saúl regresó a su casa en Guibeá lo acompañó un grupo de hombres a quienes Dios les había tocado el corazón. Sin embargo, había unos sinvergüenzas que se quejaban: ‘¿Cómo puede este hombre salvarnos?’. Y lo despreciaban y se negaban a llevarle regalos; pero Saúl no les hizo caso.”

(1 Samuel 10: 24-27, cursivas de la autora)

¡Esta reacción de Saúl me encanta! A pesar de que ya era el rey, a pesar de que tenía autoridad, no dejó que  la actitud de unos pocos lo molestara. Saúl no les hizo caso, no prestó atención a la voz de la crítica, el desánimo, la duda. ¡Cuánto deberíamos aprender de este ejemplo!

Muchas veces aunque estamos claras de nuestro llamado, de nuestra misión, de nuestro lugar e identidad dada por Dios, decidimos escuchar a las voces contrarias y hacemos caso a la multitud equivocada.

¿Te imaginas qué habría pasado si en ese momento Saúl les hubiera prestado atención? Tal vez se hubiera amedrentado y renunciara a su nombramiento como rey. Quizá pudiera haberse dejado llevar por el enojo y un momento de gloria se hubiera convertido en un momento de caos y peleas.

¿La clave? NO LES HIZO CASO. No malgastó tiempo ni energías en una pelea que no lo meritaba.

Sin embargo, no le duró mucho esta actitud. ¡Qué lamentable! Más adelante en la historia vemos que las cosas comienzan a cambiar y Saúl desobedece a Dios… porque decidió escuchar otra voz.

Entonces Saúl le confesó a Samuel:

—Es cierto, he pecado. He desobedecido tus instrucciones y el mandato del Señor, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron.

(1 Samuel 15:24, cursivas de la autora)

El mismo Saúl que solo unos capítulos antes no hizo caso a sus detractores, ahora por temor decide hacer algo que claramente no era lo que Dios había ordenado. Dicho de otra manera, el deseo de ser popular entre la gente ocupó la prioridad en la agenda de Saúl. Decidió escuchar la voz del pueblo y no  la voz de Dios.

Quizá no ocupemos una posición en el gobierno como la que tuvo Saúl o quizá no seamos famosas como las celebridades de estos tiempos, pero de igual modo tenemos responsabilidad. De igual modo tenemos una red de influencia que va desde nuestros hogares hasta nuestros trabajos, escuelas, iglesias. Y en todos esos lugares se oyen dos voces siempre. ¿A cuál vamos a prestar atención?

Estoy convencida de que si Saúl hubiera seguido escuchando la primera voz, si su actitud hubiera sido la de ignorar a los detractores y obedecer el plan de Dios, las cosas hubieran sido muy diferentes. Piensa cuántas veces en nuestra vida no hacemos lo que debemos hacer solo porque decidimos actuar en base a lo que otros piensan o dicen. Si lees unos versículos antes verás que Samuel le dice a por las claras a Saúl que lo más importante para Dios es nuestra obediencia a él.

Como mujeres que queremos vivir la vida diseñada por Dios necesitamos tener clara la voz a la que vamos a escuchar. ¡Es una decisión! Vivir con el temor de no agradar a las personas y por tanto actuar con el único objetivo de complacerles nos llevará por el camino equivocado. Nuestra primera meta tiene que ser agradar a Dios y obedecerle. Todo lo demás tiene que estar alineado con esto. Si no es así, no le hagas caso, deséchalo.

¿Qué voz has estado escuchando últimamente? Si no estás segura, pídele al Señor que te hable y te muestre. Y si determinas que has estado haciendo caso a voces equivocadas, hoy mismo haz un giro en “u” y retoma el camino que ya él trazó para ti.

¡Vive en el diseño de Dios!

visitar nuestro sitio web clic aquí