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Una oración que todos necesitamos

De la Palabra de Dios: “Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

En los últimos tiempos esta se ha convertido en mi oración: “Señor, dame un corazón puro y limpio; un corazón conforme al tuyo”. ¿Sabes lo que la ha motivado? Varias cosas, entre ellas saber que la Biblia dice que los que tienen un corazón puro verán a Dios.

Así que me puse a buscar qué encierra la palabra puro en ese versículo de Mateo, parte del llamado Sermón del Monte. Esto fue lo que encontré en un léxico del griego en el Nuevo Testamento:

Del griego katharos: limpio, puro; purificado por fuego; por semejanza, como una vid que se limpia al podarla y queda sana para llevar fruto.

¡Tremendo! De manera que cuando yo oro pidiéndole a Dios un corazón puro, primero estoy pidiéndole que lo limpie. Y ¿sabes?, cuando Dios limpia no lo hace solo, él recluta nuestra ayuda. Comienza a mostrarnos dónde está la basura que es necesario sacar. En el caso del corazón, los sentimientos negativos, la amargura, la envidia, los celos, y mucho más… sentimientos que luego se convierten en hábitos y actitudes, y hacen del corazón un basurero que nos impide ser un vaso de honra para nuestro Señor. Necesitamos que Dios nos limpie cada día. Igual que con nuestras casas, aunque quisiéramos, la limpieza no durará mucho. En el corazón es igual, la naturaleza pecaminosa que hemos heredado lucha por establecerse nuevamente. Por eso necesitamos la intervención de Dios mediante su Espíritu Santo.

Después habla de purificado por fuego. En la vida el fuego puede venir de muchas maneras, y casi siempre lo asociamos con tiempos de prueba. Cuando esas etapas llegan, nuestras reacciones y actitudes nos revelan quiénes somos realmente, cómo está el corazón. Si todo marcha sobre ruedas, como dicen, es relativamente fácil tener un corazón puro. Pero cuando el panorama cambia y las cosas no son como quisiéramos o pensamos que debieran ser, llegó el fuego que purificará el corazón. Te confieso que hace un par de años viví uno de esos momentos, y no pasé con sobresaliente todas las pruebas, fueron varias. Pero el Señor lo usó para sacar de mi corazón muchos contaminantes y me ayudó a ver que aunque no me gustara “el fuego”, era necesario.

Y la última definición me resulta fascinante: “como una vid que se limpia al podarla y queda sana para llevar fruto”. Dios es el jardinero por excelencia y a menudo llega con sus tijeras para podar las ramas de nuestra vida. No siempre nos gusta el proceso. A veces duele porque nos quita cosas que nos gustan, otras a las que nos hemos acostumbrado y otras que sencillamente están robándole vida a nuestro árbol porque no aportan nada, incluso en forma de relaciones con otras personas. El secreto, sin embargo, está en la última frase: para llevar fruto. Un corazón puro hace latir una vida fructífera. Pero no hay planta que rinda una amplia cosecha si primero no se somete a la poda necesaria. Así que cuando oro por un corazón puro también estoy diciéndole a Dios que pode las ramas de mi vida y logre el fruto que él desea.

Quizá has leído el este versículo infinidad de veces en tu Biblia pero, como a mí, nunca se te ocurrió que esa pequeña palabra, “puro”, encerrara tantas cosas. Te pregunto hoy, ¿estás dispuesta a orar por un corazón puro? El proceso será largo y a veces doloroso; pero el resultado es más que prometedor: ver a Dios.

Te invito a hacer de esta tu oración también, mi querida lectora. Los que buscan un corazón puro cuentan con la bendición de Dios.

¡Vive como Dios lo diseñó!

© 2016 Wendy Bello

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