Viéndome como Dios me ve 
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Salmos 8:4-7

En la ciudad de Bangkok, en Tailandia, hay un templo budista pequeño muy visitado por los turistas, allí se encuentra un buda que pesa 5,000 kilos de oro puro, y mide 10 pies y medio de altura. En una vitrina cerca se encuentra un pedazo de arcilla de 12 pulgadas de ancho. Y una interesante historia.

En 1957 un monasterio budista tuvo que reubicar un gran buda de arcilla de su templo a otro lugar. El monasterio debía ser trasladado para poder llevar a cabo el trazado de una autopista. Cuando la grúa comenzó a levantar el ídolo gigante, el peso era tal que comenzó a resquebrajarse. Para colmo empezó a llover. El monje director, preocupado por el posible daño a la imagen sagrada, decidió hacer colocar la estatua en el suelo y cubrirla con lonas para aislarla de la lluvia.

Preocupado en la noche con una linterna encendida decidió inspeccionarla. Al revisar una rajadura notó un ligero destello y le pareció extraño. Así que fue a buscar un cincel y un martillo y cuidadosamente comenzó a remover la arcilla, a medida que caían trozos de arcilla el destello era mayor. Le llevó toda una noche de trabajo, para quedarse cara a cara con un extraordinario buda de oro puro.

Los historiadores creen que cientos de años atrás cuando las fuerzas armadas Burmesas estaban por invadir Tailandia, monjes trataron de proteger la imagen con capas de barro, sobre el precioso Buda de oro. Ningún monje sobrevivió para revelar la verdad. ¡Su verdadero valor pasó desapercibido por 300 años!

Algo así sucede con nosotros. Somos inmortales; coronados por nuestro Creador con gloria, honor y autoridad. Creados a Su imagen y semejanza pero por ahora, estamos cubiertos con lodo. Casi todos los días nuestra cultura nos lanza lodo. Nos lanza lodo según nuestra apariencia. Nos lanza lodo según nuestra edad, sexo, habilidades y cuánto dinero tengamos.

Es como si nuestra propia naturaleza y estatus cultural escondiera nuestro verdadero valor. La realidad es que tú es oro puro. Nada de lo que puedas ver por fuera se compara a lo que eres por dentro.

Nelson Mandela dijo, Tú eres hijo de Dios… Nacimos para manifestar la Gloria de Dios que está dentro de nosotros. Y no solamente en alguno de nosotros, sino en todos. De esta forma, cuando dejamos que nuestra luz brille, estamos inconscientemente dándole permiso a otros para que hagan lo mismo; y así, cuando nos libramos de nuestro propio temor, entonces nuestra presencia libera automáticamente a otros".

Como puedes ver, tu verdadero valor está arraigado en como Dios te ve. Tú eres hijo del Dios Todopoderoso y El te atesora; por eso tienes valor.

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