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¿Cómo es nuestra casa?

De la Palabra de Dios: “Una casa se edifica con sabiduría y se fortalece por medio del buen juicio” (Proverbios 24:3).

¡Hay casas de las que nunca quisiéramos irnos cuando las visitamos porque nos sentimos tan bien! No es que los que allí viven sean parte de una familia perfecta, sino que han convertido ese lugar en un remanso de paz.

Otras, por el contrario, están en la "lista negra" y solo vamos cuando no tenemos otra opción. Estar allí nos recuerda más bien un campo de batalla donde cada quien está en su propio flanco a espera de que se dispare la primera bala para comenzar el combate.

¿En cuál de los dos grupos estará la nuestra?

Lamentablemente muchas veces la destrucción de un hogar viene por nuestras propias manos. Y quizá te preguntes cómo es posible. Pues, de muchas maneras, algunas más sutiles que otras. Una de ellas es la que describe este pasaje de la Biblia:

“Es mejor vivir solo en el desierto que con una esposa que se queja y busca pleitos.” (Proverbios 21:19)

Cuando tenemos un espíritu quejoso y buscapleitos estamos dando pie a que nuestro hogar se tambalee. Es muy difícil vivir en compañía de alguien que constantemente pelea o se queja. Por eso este proverbio dice que es mejor vivir solo que con alguien así. Tengo que confesar he sido culpable de esto en más de una ocasión. Y reconozco también que no es un cuadro lindo ni digno de ser observado.

Para empezar, Dios detesta la queja, como mencionamos hace unos días en este artículo. Si te quedan dudas, haz una búsqueda de todas las veces que aparece la palabra queja en la Biblia y verás en cuántas ocasiones Dios se molestó con el pueblo de Israel por este asunto. Tú y yo muchas veces somos como ellos. La raíz de la queja en gran medida es la ingratitud. Pero Dios nos dice en su Palabra que el que le ofrece gratitud, le honra (Salmos 50:23). De modo que lo contrario también se cumple, cuando somos ingratas, deshonramos a Dios. ¡Dejemos de ser mujeres quejosas!

Nuestra actitud influye en gran manera en el resto de nuestra familia. Ya que por lo general pasamos más tiempo con nuestros hijos, ellos observarán nuestra conducta muy de cerca. Si ven en nosotras una persona que vive agradecida a Dios por sus bendiciones, ellos aprenderán ese estilo de vida. Si por el contrario ven en nosotras insatisfacción y queja constantes… ¿adivina en qué se convertirán cuando sean adultos? ¡Exacto! Nuestro ejemplo será mucho mejor que mil sermones.

Lo segundo, destruimos el hogar cuando no fomentamos la paz. Otro proverbio nos apoya este punto:

"Mejor comer pan duro donde reina la paz, que vivir en una casa llena de banquetes donde hay peleas" (Proverbios 17:1).

¿Qué podemos hacer para que reine la paz en nuestro hogar? Empecemos por orar por nuestra familia cada día, cada uno de sus miembros. Haz una lista si crees que eso te ayudaría. Segundo, seamos pródigas en dar palabras de aliento y cariño, en mostrar sonrisas y prestar atención. Si lo analizamos, cada una de estas cosas es un acto pequeño en sí, pero el resultado que produce es grande. Y un último punto, analicemos si realmente lo que busco con “mi pleito” es una solución o simplemente tener la razón. En el caso de eso último, aunque supuestamente ganemos, muy pocas veces nos sentiremos contentas porque el rastro que dejamos fue doloroso. De modo que la pérdida será mayor que la ganancia.

Te hago dos preguntas para meditar:

¿Cuál es el cimiento de tu hogar? Si no estás segura, lee Lucas 6:46-49 y analiza.

¿Si alguien fuera a "clasificarte" diría que eres una mujer gruñona y quejosa, o una mujer que busca la paz de su hogar?

Dios diseñó algo hermoso para la familia, y por eso su Palabra está llena de consejos y pautas sobre el tema. Depende de nosotros si los vamos a seguir o no. [Esto que has leído hoy es parte de mi libro "Una mujer sabia" donde exploramos varios de esos principios. Si todavía no lo tienes, aquí puedes adquirir tu copia.]

© 2019 Wendy Bello
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