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VERDADERO PEREZOSO

 

Juan 9:4

“Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el día; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”.

Algunas criaturas son tan extrañas que sugieren una lección para nosotros.  Sin embargo, en su peculiaridad vemos que han sido provistas perfectamente por su Creador.     

Uno de estos ejemplos es el perezoso de tres dedos.  Pocas veces se mueve, pasando alrededor de 18 horas al día durmiendo de cabeza en un árbol. Cuando sí se da la molestia de mover, es en movimiento ultra-despacio. No es inusual que el perezoso de tres dedos tome 30 segundos para mover una pierna unos pocos centímetros.

Al perezoso de tres dedos no le va bien en la tierra porque no puede caminar ni gatear. Si a un perezoso se lo pone en la tierra este m-u-y  l-e-n-t-a-m-e-n-t-e se mueve de panza hasta un árbol.  Sin embargo, los perezosos se cuelgan sin mucho esfuerzo en los árboles cuando duermen. Su agarre del árbol es tan sólido que continúan colgados del árbol aún después de haber muerto.  

Aunque los perezosos son cazados para comida por los indios Sur americanos, el perezoso de tres dedos es el mamífero más abundante que vive en los bosques de Sur América.  A pesar de la aparente impotencia del perezoso de tres dedos, le va bien porque ha sido perfectamente diseñado para su vida.  Debido a que su vida no parece sumar a mucho, le pusieron el nombre de uno de los así llamados siete pecados capitales.  Esta criatura, que tiene una cara que solo una madre podría amar, presenta una imagen con la cual ningún niño ni ningún adulto quisieran ser asociado.  Sin embargo el perezoso todavía tiene el cuidado de Dios.  La condición casi impotente del perezoso nos recuerda que somos completamente impotentes cuando se refiere a nuestra relación con Dios.  Solo por los esfuerzos de nuestro Salvador, Jesucristo, tenemos paz con Dios.  ¡No seamos perezosos acerca de decir a otros del perdón de pecados!
  

Oración: 

Amado Padre Celestial, Te agradezco que Tu amor no tiene límite. Dame energía al hacer Tu obra. No me dejes llenar de pereza o desinteresarme de Tu obra. En nombre de Cristo Jesús. Amén.

 

Notas: 

Wilder, R. When laziness pays off. 1983. Science Digest. p. 112.

 

 

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