Con Diseño Divino

El monstruo verde

De la Palabra de Dios: “No nos hagamos vanidosos ni nos provoquemos unos a otros ni tengamos envidia unos de otros” (Gálatas 5:26, NTV).

El monstruo verde se muda sin avisar. Sin pedir permiso se acomoda y empieza a reclamar como suyo el territorio ajeno. El monstruo verde no hace distinción de edad, sexo, profesión, nivel educacional ni estatus social. El monstruo verde es sutil y persuasivo. No tiene rostro pero su voz es clara e insistente. El monstruo verde tiene un nombre que lucha por enmascararse: envidia.

¿Y quién no lo conoce? Es tan viejo como el mundo. Tanto así que fue el autor del primer asesinato registrado en la historia. Caín mató a Abel por envidia.

Tú y yo lo conocemos también."Si yo tuviera ese trabajo.....", "si ganara tanto dinero como ________", "si tuviera la casa de _____", "si mis hijos fueran como _______", "si yo usara la talla de ________", "si yo hablara como _______", "si fuera tan bonita como ______", y la lista puede seguir interminablemente porque el monstruo verde no tiene fin. Si lo dejamos.

Podemos justificar este sentimiento de mil maneras, pero déjame decirte sin tapujos que la envidia no tiene cabida en el plan de Dios para tu vida. Desde un principio él lo dejó bien claro, hasta figura en la lista de los 10 mandamientos que muchos saben de memoria: "No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca" (Éxodo 20:17). El Creador, que nos conoce muy bien por dentro y por fuera por eso mismo, porque es nuestro Creador, sabía que el codiciar produce envidia, y la envidia, muerte.

Sí, quizá ni tú y yo no hemos matado a nadie por envidia, literalmente, pero en nuestro corazón....ah, la historia es muy diferente. El monstruo verde enferma: “El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos” (Proverbios 14:30, NVI), nos destruye por dentro.

No nos dejemos engañar. Dios es infinitamente sabio. Él sabe lo que eres capaz de sobrellevar, lo que necesitas. No anheles lo de otro porque solo puedes ver un lado de la moneda. El juego de la comparación no nos lleva a ninguna parte, excepto a la destrucción de nuestro ser, y también de nuestras relaciones. No compares a tu esposo con el de tu amiga. No compares a tus hijos con los de otra persona. No le sigas el juego al monstruo verde porque te esclavizará. Si no somos felices con lo que somos o con lo que tenemos ahora, tampoco lo seremos después.

Te dejo con el consejo de un hombre muy sabio que aprendió el secreto de una vida feliz: el contentamiento. Su nombre fue Pablo y cuando escribió esto que vas a leer estaba preso, encadenado a un soldado romano: "Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco" (Filipenses 4:12, NTV).

Amiga, con la fortaleza que Dios no da, hagamos una inspección sincera a nuestro corazón, y si te encuentras al monstruo, échalo fuera y asegúrate de cerrar bien las puertas para que no vuelva.

Vivamos como Dios lo diseñó,

Wendy

{Esta lectura forma parte del libro devocional en formato electrónico “Limonada para el alma”, que puedes recibir completamente gratis con tu suscripción a su blog. Visítale en wendybello.com}

© 2015 Wendy Bello

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