Estamos viviendo en una cultura de amadores de sí mismos. Todo el mundo quiere ser el primero de todo y de todos. Aunque duela admitirlo, la motivación para ayudar y servir a los demás está languideciendo. El egoísmo se ha convertido en un estilo de vida. Ante esta situación cabe preguntar: ¿será posible adoptar el estilo de vida de siervo que tuvo Jesús?